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Simposio Fertilidad: los 40 millones de toneladas que Argentina no produce por una nutrición deficiente

08/05/2025

A pesar del crecimiento en el uso de fertilizantes, el agro argentino continúa sufriendo una pérdida millonaria potencial a raíz de la nutrición deficiente: los rendimientos reales están lejos de los potenciales y así son millones de toneladas las que no se logran producir y generar ingresos y divisas.

Ese fue uno de los temas que volvió a dominar la agenda durante la primera jornada del Simposio Fertilidad 2025, que comenzó este miércoles en Rosario.

“Tenemos que jerarquizar las decisiones de manejo y mirar el suelo con una mirada más integral”, expresó Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar AC, entidad organizadora del evento.

Según el directivo, la falta de inversión en nutrientes adecuados ha impedido que el país aproveche su potencial productivo, con una estimación alarmante: alrededor de 40 millones de toneladas de granos dejaron de producirse debido a la ineficiencia en la nutrición.

El problema, como se mencionó, es que este déficit no solo afecta el rendimiento de los cultivos, sino que también impacta negativamente en la economía de los productores y de la nación en su conjunto, reflejando la urgente necesidad de un enfoque más integral y eficiente en el manejo de los suelos.

UN DIAGNÓSTICO SOBRE LA FERTILIDAD ARGENTINA

Como ejemplo, Rotondaro mencionó que “la dosis media de azufre hoy sigue siendo de apenas 2 a 3 kilos por hectárea”, siendo que “es un nutriente económico y eficiente”, por lo que “ahí hay una gran oportunidad de mejora”.

Por otro lado, mostró datos que reflejan que la Argentina produce localmente un tercio del fertilizante que utiliza, y el resto se importa principalmente desde el norte de África, Estados Unidos, Marruecos y Rusia. La mayor parte de ese volumen entra por el Puerto de San Nicolás, seguido por el de San Lorenzo, Rosario y otros puntos estratégicos.

Pero más allá de lo logístico, Rotondaro apuntó a la falta de diagnóstico del estado de los suelos. “Hoy en Argentina solo se hace análisis de nutriente en 21% de los casos. El muestreo de suelo es clave, es la base del diagnóstico. No podemos hablar de nutrición sin conocer el suelo”, enfatizó.

En este orden, destacó el rol del asesor como un “tamizador” de información. “El asesor tiene que filtrar y jerarquizar las tecnologías más relevantes, basándose en diagnóstico y en entender la diversidad del productor argentino, que no es uno solo, son muchos perfiles”, subrayó.

Luego, compartió la evolución del uso de fertilizantes en los últimos 30 años, destacando una tasa de crecimiento promedio de 8% anual, aunque con períodos de estancamiento. También mostró la correlación directa entre el incremento del uso de fertilizantes y el aumento en la producción de granos.

Asimismo, habló sobre los nuevos desarrollos en la nutrición e hizo referencia puntualmente al fuerte crecimiento de los biofertilizantes, que aumentaron su uso 25 veces en 5 años; mientras que los bioestimulantes se multiplicaron por ocho. Asimismo, creció el uso de complejos granulados y fertilizantes de liberación lenta.

“Queremos seguir impulsando los ensayos de larga duración, porque nos dan información valiosa sobre los efectos residuales de la mejora del ambiente”, indicó, y destacó la importancia de trabajar articuladamente con universidades y centros de investigación.

A partir de todo este análisis, hacia el final lanzó un llamado a mirar el suelo con mayor amplitud: “No todo es nitrógeno y fósforo. También hay que hablar de erosión hídrica y eólica, de compactación, de inundaciones. Algunos problemas parecen del pasado, pero siguen vigentes”, alertó.

LA REPOSICIÓN DE NUTRIENTES, OTRO DETERIORO EN LA FERTILIDAD DE LOS SUELOS

En segundo término, en el panel “Nutrición de cultivos ¿Rompimos la inercia o cambiamos la velocidad?”, moderado por la gerente ejecutiva de Fertilizar, María Fernanda González Sanjuan, fue el momento de abordar otro de los temas que preocupan dentro de la fertilización: la baja reposición de los nutrientes que se extraen del suelo.

Sobre este punto disertaron los expertos Hernán Sainz Rozas, de la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata; y Martín Díaz Zorita, de la Universidad de La Pampa.

Sainz Rozas presentó los resultados de un estudio iniciado en 2011 que analiza el impacto de la agricultura sobre la fertilidad de los suelos en la región pampeana y las zonas agrícolas del NOA y el NEA.

El trabajo, realizado en conjunto con Fertilizar Asociación Civil, incluyó muestreos en 2011, 2018 y 2024 sobre suelos con más de 20 años de agricultura, contrastados con suelos prístinos o poco intervenidos, evaluando variables como materia orgánica, pH, fósforo, cationes (calcio, magnesio, potasio) y micronutrientes como boro y zinc.

Los resultados mostraron una fuerte reducción de la materia orgánica respecto a las condiciones originales, con pérdidas de hasta 40% en algunas zonas. Y aunque apuntó que la situación se estabilizó entre 2018 y 2024, resaltó que los valores siguen siendo bajos, lo cual plantea “la necesidad de mejorar el balance de carbono en los suelos”.

En cuanto al pH, se observó un incremento de áreas con valores inferiores a 6,1, especialmente entre 2011 y 2018, manteniéndose estables luego. El fósforo mostró una caída sostenida en su disponibilidad, con casi 60% de la superficie agrícola del país por debajo de 20 partes por millón, un umbral crítico para muchos cultivos.

También se detectó una disminución en los niveles de calcio, magnesio y potasio, en algunos casos hasta del 70% respecto a los suelos prístinos. Esta situación se agravó en zonas del oeste bonaerense, sur de Córdoba y noreste de Entre Ríos.

En lo que respecta a los micronutrientes, el zinc y el boro son los que aparecen con más limitantes, con 75% de la superficie cultivada por debajo de 1,2 partes por millón de zinc.

En 2023 se extendió el estudio al NOA y NEA, donde también se evidenciaron deficiencias marcadas, especialmente en fósforo, potasio y zinc, lo que pone en evidencia la necesidad de ampliar los ensayos de respuesta y ajustar la reposición de nutrientes en esas regiones.

Como conclusión, Sainz Rozas subrayó que el deterioro sostenido de la fertilidad de los suelos es una señal de alarma que obliga a revisar las estrategias de manejo nutricional. Si bien se observa cierta estabilización en algunas variables, la reposición de nutrientes sigue siendo insuficiente en gran parte del país, y los sistemas productivos continúan extrayendo más de lo que reponen.

LAS “BRECHAS DE APLICACIÓN”, PARA MEJORAR LA FERTILIDAD

A su turno, Martín Díaz Zorita, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Pampa expuso sobre “Brechas de Aplicación”, apuntando al problema de la distancia que existe entre las prácticas actuales de fertilización y el potencial real de rendimiento que podrían alcanzar los cultivos con un manejo más ajustado.

“Los cultivos nos están diciendo mucho sobre el estado nutricional del suelo; son verdaderos sensores del sistema”, resumió.

Según Díaz Zorita, el crecimiento y el rendimiento están directamente ligados a la nutrición, y esta a su vez depende de la capacidad del cultivo para transpirar y tomar agua del suelo.

“La fertilización es la herramienta que tenemos para aumentar la concentración de nutrientes en esa solución del suelo que absorbe el cultivo”, explicó.

Pero advirtió que una parte importante del área agrícola argentina –al menos el 60% en el caso del fósforo, 70% para el zinc y 40% para el potasio en ciertas regiones- presenta niveles de nutrientes por debajo de los umbrales de suficiencia.

“Estamos en un punto en el que no se trata solo de decidir si fertilizamos o no. La pregunta es cómo lo hacemos, porque hay muchas decisiones agronómicas que marcan la diferencia”, aseguró.

Seguidamente presentó un relevamiento realizado en conjunto con Esteban Ciarlo (investigador de la FAUBA y de Fertilizar AC), que abarcó más de 90 ensayos en 16 sitios de la región pampeana desde 2016, en el cual resalta que la brecha promedio de rendimiento entre una fertilización adecuada y la ausencia total de fertilización puede ser del 32%.

Para concluir, Díaz Zorita remarcó la importancia de adaptar las decisiones de manejo al ambiente productivo: “No se trata solo de aplicar nutrientes, sino de hacerlo en el momento y en la forma adecuada, considerando cuándo y cómo el cultivo los va a necesitar, y si efectivamente van a estar disponibles en el suelo. En definitiva, todo depende de la capacidad del sistema para aprovechar el agua: sigue siendo el factor clave”, remató.

LA PÉRDIDA DE FÓSFORO, UN DRAMA PARA LA FERTILIDAD

En tanto, Ciarlo, junto a Gerardo Rubio (FAUBA-Conicet) y Fernando García (consultor y docente), repasaron datos clave sobre la crítica situación que hay en relación a un nutriente esencial: el fósforo.

“Los suelos se están quedando sin fósforo, no sólo en la Región Pampeana, sino también en la NOA y NEA” fue la advertencia de Ciarlo, quien agregó: “Nos estamos moviendo a zonas de deficiencias con un promedio de 53% de reposición”.

Según el referente de Fertilizar AC, Argentina pierde alrededor de 6 kilos de fósforo (P) por año por hectárea producida. Y precisó que “en una extensión de 33 millones de hectáreas, eso representa casi 200 mil toneladas de fósforo”.

Para el experto, este escenario implica la importación del nutriente, pues en el país no hay. De ahí la importancia de la campaña “Sumá P” para difundir y concientizar sobre una situación que se puede revertir.

A continuación, Rubio profundizó sobre “¿Cómo impacta el fósforo en el rendimiento de los cultivos?”, señalando los aspectos más importantes de la dinámica del nutriente en la promoción del crecimiento general de la planta, su fuerte relación con la matriz del suelo, pero que requiere reposición constante.

“El P es retenido por la matriz del suelo, no se lixivia, no se traslada, no se pierde”, indicó Rubio como una ventaja de manejo del nutriente, destacando también que “los umbrales críticos son relativamente independientes del rendimiento”.

Al cierre de su disertación, mencionó que una buena noticia es que la información sobre fertilización fosforada en la Región Pampeana es igual o mejor que la relevada en países competidores.

Para concluir el bloque temático, García se refirió a “¿Qué tenemos que mejorar en el manejo de fósforo en nuestros cultivos?”, donde ofreció un panorama de estrategias de manejo, basadas en los cuatro requisitos (4R): dosis, aplicación, forma y momento, enfatizando en la forma y el momento correctos.

Al respecto García señaló que es importante partir de buenos muestreos; es decir, que cada uno esté conformado por, al menos, 25/30 submuestras por muestra, incluyendo los diferentes ambientes, priorizando la aplicación en la línea, evitando la línea del cultivo anterior, y previendo la disponibilidad temprana.

Con respecto a las fuentes, el consultor destacó líneas novedosas de productos por sus mecanismos de funcionamiento, como los recubiertos y los de acción por señales derivadas de las plantas. También se refirió a las fuentes recicladas que contribuyen con una economía circular, aprovechando lo que puede ser un problema para otro. En este caso recomendó analizar las concentraciones, ya que son muy variables y pueden conllevar a problemas por contaminación.

García además mencionó las fuentes biológicas cuya ventaja es lograr otros efectos positivos no asociados con la nutrición y la posibilidad de diseñar estrategias combinadas. Para ello, aconsejó informarse, ya que “son fuentes alternativas interesantes, pero todavía carecen de suficiente evidencia científica a campo”, sostuvo.

Como conclusión, señaló que el manejo del fósforo no es complicado, ya que, si se detecta, los cultivos responden con alta eficiencia, aún más en los años desfavorables climáticamente.


Fuente: Infocampo

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